martes, 31 de mayo de 2011

5 meses

Todo se ha acabado, todo ha terminado... Después de eso, ¿qué esperamos encontrar?
¿Por qué seguimos teniendo esa pequeña fantasía de que volverá a ser todo como antes? ¿Por qué queremos adormecer al dolor con la esperanza? Deberíamos afrontar la situación, no lamentarse de los problemas, si no, intentar buscar su solución. Dejemos de alimentar esa creencia que nos calma y nos reconforta, y analicemos el porqué de las cosas. Responder nuestras dudas, atar todos los cabos sueltos, preguntar aquellas cuestiones de las que no logramos hallar una respuesta... nos ayudará a seguir adelante a entender la situación.
Querer... palabra que está muy relacionada con este término, ¿por qué?
Cuando aquello se consume solo nos queda el anhelo de lo vivido, la nostalgia del pasado...
Te aferras a la ilusión de que todo sea como antes, pese a que sabes que nada será lo mismo, que todo ha cambiado, que ya no puede volver a ser igual porque ya no hay esa confianza ni ese respeto que os unió durante algún tiempo.
Y te paras a pensar en si de verdad mereció la pena comenzar con esa historia que te brindó momentos tan únicos e irrepetibles, esa felicidad que no te da otra persona, que solo te la puede dar él, y que ahora te la ha arrebatado cruelmente; solo te ha dejado el martirio de soportar todas las mentiras a las que, más tarde, te has dado cuenta de que fuiste sometida.
Pero, ¿hasta qué límite puede soportar una persona?, ¿cuánto tiempo seguirás esperando a que regrese? ¿Cuánto tardarás en olvidar, en reemplazar?
Verlo acercarse, añorar ese cálido y embriagador abrazo, aquel dulce y agradable beso. Sin embargo, ¿qué sucede cuando se encuentran las miradas? Es difícil describir esa sensación, a veces sientes como sus ojos quieren decirte algo, algo que no se puede explicar con palabras. Otras, simplemente se desvían con rubor. Pero en el brillo de sus ojos se puede ver que esconde que quiere querer, oculta que sufre porque no quiere sufrir.
Con que facilidad se olvidaron aquellas promesas que hizo, todos los recuerdos, aquellos cínicos “te quiero”…
Era todo tan mágico, tan irrepetible, y se echó a perder por aquella barrera que separó los límites de lo normal y lo rebasado. No supo controlar, no tuvo la personalidad suficiente para decir: “¡No, no quiero!”
¿Por qué pensó que el mundo gira en torno a eso? Si en la realidad también existen más cosas que no merecen ser dejadas de lado por ello y que no se tienen en cuenta. Por ejemplo, no pensó en aquellas que estaba perdiendo poco a poco, en las que se esfumaron cuando menos pensó, en las que se cansaron de esperar a que se diera cuenta de aquello que no quiso ver, del problema que tenía, del problema que tiene. .. Porque ese día en el cual mira atrás y recuerda los momentos felices que ha tenido y de los que no pudo tener o dejó sin hacer, ha llegado.
Por como se ve, la indiferencia de sus palabras, como está acabando… Espera aquel día en el cual se pare a pensar en reconocer que tiene un asunto pendiente consigo mismo y que quiere superarlo.
Porque en la vida todo tiene su límite, y este puede estar más cerca de lo que imagina. Y cuando se acuerde de la típica frase que angustiará su cabeza: “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”; se dará cuenta de que no ha valido la pena sustituirlo todo, simplemente pensará en las experiencias que no ha vivido y en las que le tocará vivir a partir del momento en el que no pueda rectificar y en las cuales el daño esté hecho y por así decirlo cicatrizado. Ese día llegará y tendrá que afrontar los errores causados, los fallos cometidos, en fin, todas esas cosas que no creyese capaz de hacer y que ahora le toca llevarlas a su espalda como un recuerdo imborrable que en el futuro le ayudará a no tropezar dos veces con la misma situación. Porque de todo se aprende aunque no lo parezca.
Lo que es el amor, ese sentimiento que cada persona experimenta de una forma diferente. Una vez acabada la perfecta historia, nos amparamos en la utopía de volver a empezar con algo nuevo que nos aleje de la rutina. El poder levantarte sin pensar que es un día como otro cualquiera, si no, hacerlo y mirarte al espejo, y decirte que hoy es tu día, hoy es vuestro día, en el que habrá siempre algo nuevo, algo que te haga sentir bien.
En la existencia de las personas no hay nada fácil, por cada decisión que tomes conllevará a dejar atrás muchas otras, pero si tu no luchas por lo que quieres, ¿quién lo va a hacer por ti?
No desanimarse a la primera, no pensar en que hiciste mal, en por qué te hizo tanto daño, en el si te merecías o no todo aquello, en que tu diste todo y no recibiste lo mismo a cambio. Mejor pensar en aquellos recuerdos felices y sonreír.
Sin embargo, con el paso del tiempo olvidamos, y la esperanza se aleja poco a poco.
Si se cambiaran las tornas y esto ocurriera, definiría el olvido como un tipo de perdón, como una venganza de las más crueles porque se daría cuenta del sufrimiento que causa el saber que la persona a la que quieres en el presente, te quiso en el pasado.
Y ahora apoyémonos en esas personas, en las que más confías y en las que están cuando más lo necesitas, a las que le entregas la mayor parte de tu tiempo, a las que les dedicas momentos buenos, y no tan buenos, con las que sabes que un abrazo puede valer mucho.
Porque su felicidad equilibra tu balanza cuando algo va mal, te transmite esa alegría que a veces te falta, que la necesitas.
Todas estas cosas definen a unos personajillos muy importantes, que aunque tengas pocos sabes que los que están son de verdad.
Aunque algunas veces te hagan desesperar, sean cabezones o no compartan tus mismos gustos o ideas, pese a cualquier cosa, los quieres, los respetas y sufres cuando les pasa algo.
Porque sin ellos, ¿que sería? Una vida vacía.
Hay a veces que no se dan cuenta de lo que pueden llegar a significar para una persona.
Te das cuenta de que hay muchas acepciones del verbo querer, pero que más comúnmente se define como un sentimiento agradable y necesario para vivir, porque sin él seríamos como robots, no viviríamos solo subsistiríamos.
De un día a otro te pueden pasar tantas cosas que en apenas cinco meses has podido cambiar tu forma de ser, de pensar, de actuar… No obstante, nunca me olvido de quien soy, de quien he sido y de quien seré, por el simple motivo de que no se puede cambiar de personalidad, aunque quieras siempre acabarás siendo tu misma y eso nadie te lo puede poner en duda.